Son
entre cuatro (exordio, exposición o narración, argumentación, peroración o
epílogo) y seis (exordium,narratio, partitio, confirmatio, refutatio, peroratio).
Exordio
Busca
hacer al auditorio benévolo, atento y dócil. Su función es señalizar que el
discurso comienza, atraer la atención del receptor, disipar animosidades,
granjear simpatías, fijar el interés del receptor y establecer el tema, tesis u
objetivo. Es necesario afectar modestia para capturar la simpatía del público y
explotar su tendencia a identificarse con quien está en apuros o es débil.
Exposición o narración
La narratio,
desarrollo o exposición es la parte más extensa del discurso y cuenta los
hechos necesarios para demostrar la conclusión que se persigue. Si el tema
presenta subdivisiones, es preciso adoptar un orden conveniente
(partitio o divisio). En la partitio tenemos que despojar
al asunto de los elementos que no nos conviene mencionar y desarrollar y
amplificar aquellos que sí nos convienen. Los recursos estilísticos que se
suelen usar en la partitio son taxis, merismo, diéresis, diálisis, eutrepismo, prosapódosis, hipozeuxis y distributio.
Esta
sección enseña al público los puntos fuertes que vamos a defender. Se persigue
la brevedad, la claridad, y la verosimilitud. En la exposición se incluye una
serie de circunstancias: quién (quis), qué (quid), cuándo (quando), cómo (quemadmodum),
dónde (ubi), por qué (cur), con qué medios (quibus auxiliis). Hay que
interrumpir la exposición con breves digresiones que impidan la monotonía
aliviando la tensión del auditorio y actuando sobre él de forma complementaria.
Argumentación
Es la parte donde se aducen
las pruebas que confirman la propia posición revelada en la tesis de la
exposición (confirmatio o probatio) y se refutan las de la tesis que
sostiene la parte contraria (refutatio o reprehensio. La confirmación
exige el empleo de argumentos lógicos y de las figuras estilísticas del
énfasis; los de la refutación serían por el contrario metástasis, contrarium,
contradicciones, el progymnasma de la refutación. También es un lugar apropiado
para el postulado o enunciado sin prueba, siempre que no debilite
nuestra credibilidad, para lo cual hay que recurrir al postulado no veraz pero
plausible (hipótesis), a fin de debilitar al adversario desorientando su
credibilidad; lo mejor en ese caso es sugerirlo y no decirlo. Se recurre a
una lógica retórica o dialéctica que no tiene gran cosa que ver con
la lógica científica, pues su cometido no es hallar la verdad sino con-vencer.
Se funda más en lo verosímil que en lo verdadero, de ahí su vinculación con la demagogia.
Para los discursos monográficos enfocados a la persuasión, convienen las
estructuras gradativas ascendentes. En el caso del discurso periodístico, la
tendencia a abandonar al principio del lector recomienda el uso de la
estructura opuesta: colocar lo más importante al principio. La retórica clásica
recomienda para los discursos argumentativos monográficos el orden
nestoriano, el 2,1,3: esto es, en primer lugar los argumentos medianamente
fuertes, en segundo lugar los más flacos y débiles y en último lugar los más
fuertes.
Peroración
Es la parte destinada a
inclinar la voluntad del oyente suscitando sus afectos, recurriendo a móviles
éticos o pragmáticos y provocando su compasión (conquestio oconmiseratio)
y su indignación (indignatio) para atraer la piedad del público y lograr su
participación emotiva, mediante recursos estilísticos patéticos (accumulatio,
anacefalaeosis, complexio, epanodos, epifonema, simperasma, sinatroísmo);
incluye lugares de casos de fortuna: enfermedad, mala suerte, desgracias…
Resume y sintetiza lo que fue desarrollado para facilitar el recuerdo de los
puntos fuertes y lanzar la apelación a los afectos; es un buen lugar para
lanzar un elemento nuevo, inesperado e interesante, el argumento-puñetazo que
refuerce todos los demás creando en el que escucha una impresión final positiva
y favorable.
Fuente
http://retorica.librodenotas.com/?s=Las-partes-del-discurso